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convivencia
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Etiopía

Estructura de gobierno

Poder ejecutivo

Jefe de Estado (presidente):  Sahle-Work Zewde (desde 2018)
Jefe de Gobierno (primer ministro): Abiy Ahmed (desde 2018) (Partido de la Prosperidad; antiguo Frente Democrático Revolucionario del Pueblo Etíope -EPRDF)

La Presidencia de la República es un cargo honorífico, elegido para seis años (elegible para un segundo mandato), en sesión conjunta de ambas cámaras. Se trata de un cargo con funciones protocolarias y cierto poder de influencia.  La institución que realmente controla el poder es el Gobierno de la Federación. El primer ministro es designado por el partido mayoritario, tras las elecciones legislativas. 

En 2018,  Abiy Ahmed sucedió al primer ministro Hailemariam Desalegn, del Frente Democrático Revolucionario del Pueblo Etíope (EPRDF), quien había ganado las elecciones, pero dimitió tras las protestas contra el Gobierno encabezadas inicialmente por el mayor grupo étnico del país, los oromo. En noviembre de 2019, Abiy Ahmed disolvió el EPRDF, en el poder desde 1991, que estaba dominado por el Frente de Liberación Popular de Tigray (TPLF), y formó el Partido de la Prosperidad. El TPLF rechazó la decisión del primer ministro de disolver el EPRDF y se negó a unirse al Partido de la Prosperidad.

SAHLE-WORK Zewde es la primera mujer elegida como jefa de Estado en Etiopía; a partir de 2021, su homóloga regional está en Tanzania, Samia Suluhu.

En el Gobierno de Abiy Ahmed, hay presencia paritaria de mujeres; ministerios tan relevantes como el de Defensa o la recién creada Cartera de Paz, están dirigidos por mujeres. A la presidencia del Tribunal Supremo ha llegado la abogada feminista Meaza Ashenafi.

Poder legislativo 

Constituido por dos órganos: la Cámara de los Representantes del Pueblo (547 miembros, Cámara Baja), cuyos miembros son elegidos cada 5 años por sufragio universal y que legisla sobre los temas de competencia federal (relaciones internacionales, inmigración, nombramiento del Defensor del Pueblo, etc.) y la Cámara de la Federación (153 miembros, Cámara Alta), formada por los representantes de los distintos Consejos Regionales de los Estados federados, y encargada de la interpretación de la Constitución y de definir las relaciones entre los estados federados etíopes, entre otras funciones.

Las elecciones legislativas a la Cámara de los Representantes del Pueblo, programadas para el 29 de agosto de 2020, fueron pospuestas un año debido a la pandemia de COVID-19;  las dificultades logísticas han provocado varios aplazamientos más, decidiéndose que en el 80% del país se celebrasen las elecciones el 21 de junio de 2021, y en el resto, por cuestiones logísticas y de seguridad, el 6 de septiembre. Las elecciones de junio de 2021 se celebraron de forma pacífica y ordenada. El Partido de la Prosperidad del primer ministro Abiy Ahmed  consiguió 410 escaños , de 547 miembros, en las elecciones retrasadas celebradas en medio de la guerra en la región de Tigray.

En la Cámara de Representantes del Pueblo, la proporción de mujeres electas (elecciones de junio de 2021) es del 33,09% (181/547); en la Cámara de la Federación (octubre 2015) del 32,03 (49/153).

Poder judicial

La Constitución establece un poder judicial independiente. El sistema judicial federal está encabezado por el Tribunal Supremo. Cada estado tiene un sistema judicial paralelo.

Tribunales subordinados: tribunales superiores federales y tribunales federales de primera instancia; sistemas judiciales estatales (estructura espejo del sistema federal); tribunales de la sharia y tribunales consuetudinarios y tradicionales

Elección: el presidente y el vicepresidente del Tribunal Supremo Federal son recomendados por el primer ministro y nombrados por la Cámara de Representantes del Pueblo; los demás jueces del Tribunal Supremo son propuestos por el Consejo Administrativo Judicial Federal (un órgano de 10 miembros presidido por el presidente del Tribunal Supremo Federal) y nombrados por la Cámara de Representantes del Pueblo; los jueces ejercen sus funciones hasta la jubilación a los 60 años.

Balance geopolítico

La región del Cuerno de África es una de las zonas más inestables del continente y la búsqueda de estabilidad regional marca la política internacional del país. La zona abarca Eritrea, Etiopía, Somalia, Yibuti Kenia, Sudán, Sudán del Sur y Uganda. Se trata de una región de gran interés geopolítico y geoestratégico para la comunidad internacional. Por sus aguas transita una parte significativa del comercio internacional. 

Etiopía, el antiguo país de la Reina de Saba y del emperador Haile Selassie, es uno de los países más complejos de África, cuya estabilidad depende, en gran medida, de difíciles equilibrios étnicos , en un país de casi 115 millones de habitantes (50% mujeres), que hacen que las tensiones, las protestas y la violencia hayan sido una constante en la historia del país más antiguo del continente y el segundo más poblado de África (sólo por detrás de Nigeria)

Desde 1991, la coalición de partidos que gobernó, el Frente Democrático Revolucionario del Pueblo Etíope (EPRDF), estuvo controlado fundamentalmente por la etnia tigriña y el Frente de Liberación del Pueblo de Tigray (TPLF), provenientes de la región de Tigray, al norte del país. Este periodo se caracterizó por la etnización de la sociedad y de la política etíopes, que hasta entonces no había sido tan fuerte. A partir del 2015, se sucedieron una serie de protestas y revueltas, encabezadas por la etnia oromo (mayoritaria), que provocaron la llegada al poder del primer ministro Abiy Ahmed en 2018, primer oromo en acceder al cargo, que ha revalidado en 2021.

El primer ministro Abi, no ha conseguido acabar con las divisiones y violencia étnica que, de hecho han aumentado y han provocado que Etiopía se encuentre actualmente sumida en una grave crisis que hace tambalearse no sólo al país, sino también a la región del Cuerno de África.

La política exterior de Etiopía está marcada por tres cuestiones de gran trascendencia interna: la búsqueda de la estabilidad en la región, el desarrollo económico del país y el Nilo como factor de desarrollo.

Etiopía acoge la sede la Unión Africana. Y está muy involucrada en los esfuerzos de la comunidad internacional para pacificar y estabilizar Somalia. El auge de Daesh y el temor a que se produzcan vínculos con Al Shabaab (movimiento yihadista terrorista de Somalia) constituye otra de las grandes preocupaciones del Gobierno etíope, que, hasta el momento, se ha mostrado capaz de contener la amenaza terrorista dentro de sus fronteras. Pero la desestabilización de Yemen y la radicalización de las milicias somalíes, que podría traducirse en un alineamiento con el pensamiento de Daesh, han aumentado los niveles de alerta en Etiopía, dada la cercanía de las amenazas que rodean sus fronteras. Etiopía cuenta con un importante volumen de población étnicamente somalí en el Ogadén, donde el grupo prosomalí de Liberación Nacional de Ogadén ha sido declarado como organización terrorista por la Cámara de los Representantes del Pueblo de Etiopía; país muy implicado en la pacificación y estabilización de Somalia: es el mayor proveedor de tropas a la misión militar de la Unión Africana en Somalia (AMISOM) y tiene asimismo fuerzas propias desplegadas en el marco de un acuerdo bilateral. 

Otro elemento clave de la región es el Nilo. El proyecto de la Gran Presa del Renacimiento Etíope (GERD), la mayor de África y la 7ª del mundo, es una de las principales claves de cooperación e integración regionales y el origen de fuertes tensiones con Egipto. El Nilo Azul, que nace y discurre por Etiopía, aporta el 87% del caudal del Nilo, y, sin embargo, ya desde el periodo colonial (acuerdos de 1902, 1929 y 1959) a Etiopía nunca se le permitió participar en el reparto del agua. Ahora, con la construcción de la presa, Etiopía exige que se reconozca su derecho a utilizar las aguas para su propio desarrollo – satisfacer su demanda interna de electricidad y convertirse en el mayor exportador de África, dejando que las aguas del Nilo sigan su curso hasta Egipto-. Por el contrario, Egipto, tradicional beneficiado del reparto del Nilo, considera que la alteración de su caudal afectaría directamente a su propia supervivencia como Estado. A pesar de las diferentes rondas negociadoras, y de que se supone que se ha logrado un acuerdo sobre el 90% de cuestiones técnicas, las partes no han llegado a firmar un acuerdo global sobre el llenado y la operatividad de la presa, en el que los principales escollos son el mecanismo de solución de controversias, el intercambio de información para garantizar la seguridad ante posibles catástrofes y el caudal que Etiopía debe garantizar en caso de sequías prolongadas. El último y actual intento tiene lugar bajo los auspicios de la UA. Etiopía ha anunciado que ya se ha completado el segundo llenado de la presa, sin dañar al resto de países ribereños; en otoño 2021 prevé empezar a generar energía

Con Eritrea se ha producido un notable acercamiento, tras su enfrentamiento iniciado en 1998 por una disputa fronteriza, centrada en la zona de Badme. El primer ministro etíope, Abiy Ahmed, anunció en 2018 que Etiopía acataría finalmente los términos del acuerdo de paz de 2000 y la polémica resolución de demarcación fronteriza de 2002 (acordada por una comisión internacional de fronteras auspiciada por la ONU). Y manifestó la intención de su Gobierno de poner fin a su guerra con Eritrea. Esta nueva posición del Gobierno de Etiopía abrió una sucesión de acciones diplomáticas entre ambos países, incluida una reunión del presidente eritreo Isaias Afwerki y Abiy Ahmed, a principios de julio de 2018, que se celebró en Eritrea. Los dos líderes consintieron en reabrir sus fronteras y restablecer los lazos de comunicación y transporte. También acordaron reanudar las relaciones diplomáticas y comerciales. En una histórica declaración conjunta, emitida por Afwerki y Abiy el 9 de julio de 2018, se declaraba que el estado de guerra que había existido entre Eritrea y Etiopía durante 20 años había llegado a su fin. La semana siguiente, Isaías Afwerki visitó Etiopía, supervisando la reapertura de la embajada de Eritrea en ese país.

España abrió su embajada residente en Addis Abeba en 1960. No hay embajada de Etiopía en Madrid. Etiopía está incluido en el Plan Director de la Cooperación Española  con carácter prioritario como País de Asociación (2018-2021) (fuente: Ministerio de Asuntos Exteriores de España).

Sociedad

DIVISIÓN ADMINISTRATIVA: la constitución de 1994 creó los kililoch (estados regionales-son nueve; kilil en singular) de base étnica: Afar, Amhara, Benishangul Gumuz, Gambella, Harari, Oromia, Somali, Tigray y Naciones, Nacionalidades y Pueblos del Sur (SNNP); y dos administraciones autónomas, las ciudades de Addis Abeba y Dire Dawa (con estatuto especial). Cada estado regional está dirigido por un presidente, elegido por el consejo estatal; las ciudades están dirigidas por un presidente. El nivel de descentralización competencial es bastante alto: cada una de las regiones tiene su propio Gobierno autónomo, elegido por su población, con poderes bastante extensos reconocidos por la propia Constitución, además de su propio parlamento y Poder Judicial. En un referéndum celebrado en 2019, los votantes apoyaron por abrumadora mayoría la creación de un nuevo kilil para el pueblo sidamo, que se separó del kilil del SNNP.

GRUPOS ÉTINCOS Y LENGUAS: los etíopes son étnicamente diversos, y las diferencias más importantes se basan en la categorización lingüística. Etiopía es un mosaico de unas 100 lenguas, que pueden clasificarse en cuatro grupos: los semítico, cusítico u omótico (todos ellos de la familia lingüística afroasiática) y el grupo nilótico (de la familia lingüística nilosahariana)

Las lenguas semíticas se hablan sobre todo en el norte y el centro del país; entre ellas se encuentran el ge’fez, el tigriña, el amárico, el gurage y el hareri. El geʿez, la antigua lengua del imperio aksumita, se utiliza hoy en día sólo para los escritos religiosos y el culto de la Iglesia Ortodoxa Etíope. El tigrinya es originario del noreste del país. El amárico es una de las principales lenguas del país y es originario de las zonas central y noroccidental. El gurage y el hareri los hablan relativamente pocas personas en el sur y el este.

Las lenguas cusitas más destacadas son el oromo, el somalí y el afar. El oromo es originario de las zonas occidental, sudoccidental, meridional y oriental del país. El somalí predomina entre los habitantes de Ogaden y Hawd, mientras que el afar es más común en la llanura de Denakil.

Las lenguas omóticas, entre las que destaca el walaita, no están muy extendidas; se hablan, sobre todo, en las zonas densamente pobladas del extremo suroeste.

El grupo de lenguas nilóticas es originario de las tierras bajas occidentales, donde dominan los hablantes de kunama.

Según la Constitución, todas las lenguas etíopes gozan del reconocimiento oficial del Estado. Sin embargo, el amárico es la «lengua de trabajo» del Gobierno federal; junto con el oromo, es una de las dos lenguas más habladas del país. En la década de 1990, las diferencias etnolingüísticas se utilizaron como base para reestructurar las divisiones administrativas de Etiopía.

En Etiopía viven más de 90 grupos étnicos. Las fronteras establecidas para el sistema federal coinciden prácticamente con las principales líneas étnicas, supuestamente para dar a los estados regionales más control sobre sus asuntos. Sin embargo, el resultado ha sido la intensificación de las divisiones étnicas y las tensiones derivadas (fuente: Britannica) 

RELIGIÓN: más de dos quintas partes de los etíopes siguen las enseñanzas de la Iglesia Ortodoxa Etíope (llamada Tewahdo en Etiopía). El núcleo del cristianismo se encuentra en las tierras altas del norte de Etiopía, pero su influencia se deja sentir en todo el país. Otra quinta parte se adhiere a otras confesiones cristianas, la gran mayoría de ellas, protestantes. El Islam lo practica aproximadamente un tercio de la población, sobre todo en las tierras bajas orientales, si bien hay concentraciones locales en todo el país. Haile Selassie I (que reinó de 1930 a 1974) concedió audiencias a los líderes musulmanes e hizo propuestas en respuesta a sus preocupaciones, y bajo el régimen del Derg (1974-91) se hizo aún más para dar una paridad, al menos simbólica, a los dos credos. Sin embargo, la percepción de Etiopía como «una isla de cristianismo en un mar de islam» ha seguido prevaleciendo tanto entre los etíopes de las tierras altas como entre los extranjeros. A los habitantes de las tierras altas les preocupa que los movimientos musulmanes fundamentalistas de la región y de los países vecinos puedan galvanizar los sentimientos a favor de un mayor papel del Islam en Etiopía.

Una pequeña parte de los etíopes son animistas y adoran a diversas deidades africanas, sobre todo en las tierras bajas occidentales. El judaísmo se practica desde hace mucho tiempo en los alrededores de la antigua ciudad de Gonder. La mayoría de los judíos etíopes -que se autodenominan Beta Israel- se han trasladado a Israel (fuente: Britannica)

PENA DE MUERTE: abolida «de facto»; la última ejecución de la pena capital data de 2007; en 2017 había hay en el país diez personas castigadas con la pena de muerte.

DERECHOS LGBTI: la homosexualidad es ilegal en Etiopía y las penas pueden oscilar entre 10 días y tres años, conforme a los artículos 629 y 630 de la Sección II del Código Penal etíope, que define los actos homosexuales como «desviaciones sexuales». Existe una pena máxima de 10 años que puede imponerse a quien es considerado infractor  si éste «utiliza la violencia, la intimidación o la coacción, el engaño o el fraude, o se aprovecha injustamente de la incapacidad de la víctima para ofrecer resistencia» (equiparando, en este caso, las relaciones homosexuales a las relaciones sexuales no consentidas entre las partes).

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