El País, 4 de Febrero- Amadou Toumani Touré, presidente de Malí, es un hombre cortejado por los Gobiernos de España, Francia e Italia. Antes lo fue por los de otros países europeos. No en balde, en el norte de su país la rama magrebí de Al Qaeda mantiene secuestrados a seis rehenes de los tres países europeos, entre ellos los cooperantes españoles Alicia Gámez, Pascual Roque y Albert Vilalta, por los que pide un rescate. Fueron capturados el 29 de noviembre en la principal carretera de Mauritania , y luego trasladados al desierto maliense, donde los terroristas tienen su santuario.
"Sólo pienso en esto", declara de entrada el presidente Touré, ex militar, de 61 años, cuando recibe a este periódico en el palacio de Koulouba, que domina la ciudad. "Acompañamos a España" en la tarea de obtener la liberación de los rehenes, "con nuestros consejos y nuestra experiencia", subraya de inmediato.
¿Es usted optimista? "No estoy en absoluto desesperado", contesta. "Las cosas se desarrollan bien. Las familias [de los secuestrados] no deben perder la esperanza. Trabajamos todos con discreción y eficacia. Yo deseo de todo corazón que el desenlace sea feliz. Un refrán rural maliense dice que aquellos que llegaron por el camino del bien regresarán por ese camino. Creo que a los españoles, que son cooperantes, se les puede aplicar", sentencia.
Apodado años atrás "el soldado de la democracia", porque dio en 1991 un golpe que acabó con la dictadura castrense, Touré sólo estuvo entonces 12 meses en el poder, que entregó posteriormente a los civiles. Once años después se presentó a las elecciones y volvió a ser, esta vez gracias a las urnas, jefe del Estado. Ha intentado gobernar con un amplio consenso, pero en los últimos años ese clima se ha resquebrajado.
Touré es un hombre jovial y comunicativo que habla a un ritmo acelerado. La seguridad y el protocolo de su palacio están reducidos a su mínima expresión. "Merece la pena explicar que la franja del Sahel
[que va de Sudán a Mauritania] tiene más de cuatro millones de kilómetros cuadrados, con un clima y un relieve tremendos", asegura. "Nadie, ni siquiera una superpotencia, podría controlarlo", insiste Touré rechazando así la acusación de descuidar la seguridad dado que 29 europeos y canadienses han permanecido secuestrados durante meses en su país desde 2003. Pero sólo uno de ellos, el francés Pierre Camatte, fue capturado en Malí, poco antes que los españoles.
"Se me llamó desde el Gobierno de España horas después del secuestro" de los cooperantes para solicitar la ayuda de Malí, recuerda Touré. "Acepté enseguida por amistad hacia España y por razones humanitarias. Otros hubiesen contestado ‘no es asunto mío’. Los españoles", recuerda, "no fueron apresados en Malí sino en un país vecino. [Mauritania]. Nosotros nunca hemos ofrecido nuestros servicios sino que vinieron a solicitarlos".
Hay tres maneras, según el presidente, de resolver un secuestro de Al Qaeda: "La operación militar, pagar un rescate o un intercambio". Alude a la excarcelación de presos islamistas a cambio de la puesta en libertad de los cautivos. "Cada Estado elige cómo quiere operar", prosigue. "Me felicito de la serenidad del Gobierno español".
"Todos los países, incluida España, nos han dicho que ni se nos ocurra optar por la solución militar", recalca Touré. "No aceptan que nuestros comandos intenten rescatar a sus rehenes". El presidente parece justificarlo: "Los terroristas utilizan a sus cautivos como escudos".
Si se paga un rescate económico, "en eso sólo se implica el país cuyos ciudadanos han sido secuestrados. Porque Malí, y me gustaría que lo subraye en rojo en su periódico, nunca ha entregado una maleta con el rescate por cuenta de otros", afirma levantado la voz. "Hacerlo equivaldría a dispararnos en nuestro propio pie, dar medios a terroristas que se van a volver contra nosotros". Al Qaeda emplea el dinero extorsionado para mantener su infraestructura en Malí, pero sobre todo para perpetrar atentados en el norte de Argelia.
Touré sostiene que en la resolución de los secuestros "interviene mucha gente. Nosotros no tenemos contactos directos con los secuestradores. Pasamos por muchos intermediarios. Es posible que el dinero transite a través de otros países y de otras personas", señala. El canadiense Robert Fowler, enviado especial del secretario general de la ONU para Níger, y su adjunto Louis Guay, fueron liberados el pasado abril gracias a una maleta llena de dólares llegada al norte de Malí desde Libia.
"¿Sabe usted que, a veces, las familias de los rehenes son solicitadas por intermediarios para que contribuyan al rescate?", indica el presidente. "Sí, hay a veces transacciones financieras que se desarrollan al margen de los Estados, por supuesto del de Malí, pero también del país cuyos ciudadanos están secuestrados", revela.
El presidente sólo tiene palabras de elogio para una España que redescubrió Malí hace poco debido a la emigración irregular. En 2007, España abrió una Embajada en Bamako e inició su ayuda al desarrollo. "Desde hace cinco años mantenemos una cooperación privilegiada", se felicita Touré. "España es además uno de nuestros primeros valedores en el seno de la Unión Europea".
El número de turistas españoles aumentó también en el país que, después de Egipto, posee el mayor patrimonio arquitectónico de África.