Nadie puede negar la importancia del papel que mujeres africanas están jugando en la reconstrucción del tejido social destruido. Ellas, primeras víctimas de conflictos y guerras, son artífices eficaces de la reconciliación, necesaria para una paz duradera. Ellas desempeñan un papel activo en la reconstrucción de países destrozados por conflictos y guerras.
Se ha dicho y escrito que “en África los hombres provocan la guerra y las mujeres construyen la paz”. Podría ser solo una frase bonita. Es mucho más, porque encierra hechos reales y verificables y nos reenvía a ellos. Cuando pensé escribir algo sobre el papel que juegan las mujeres en la reconciliación y la paz, pedí ayuda a algunas compañeras para recoger testimonios sobre ello. De los recibidos he retenido dos muy fuertes y significativos.
Por su carácter de testimonio en primera persona trasmito uno, tal y como lo recibí de Burundi y resumo un segundo testimonio que llegó de Ruanda.
– “Lo que sigue, es una historia verdadera vivida durante la guerra de 1993 en Burundi, en mi propia colina entre las dos etnias, hutu y tutsi. Yo soy tutsi, y una mujer hutu llamada Regina, me protegía sin que su familia lo supiera. Después del asesinato de mis padres y de otros miembros de la familia, me refugié con mi hermana pequeña en casa de unos vecinos; pero allí nos sentíamos en peligro porque nos buscaban para matarnos.
Sintiéndonos en peligro en casa de los vecinos, nos fuimos a casa de Regina, amiga de mi familia. Su marido y su cuñado estaban entre los que habían asesinado a mi familia. Regina nos acogió con mucho cariño. Aunque tenía miedo de que su marido la descubriera, nos escondió, en un hoyo fuera de su casa, puso sobre el hoyo ramas de plátano para escondernos y nos echaba desde arriba comida cada día.
Un día llegaron unos hombres a casa de Regina y dijeron: “Parece que escondes niños tutsi; enséñanos dónde están, si no, te mataremos a ti y a tu familia”. Ella respondió: “Juro que no hay ningún tutsi en la casa… si dudáis, mirad por todos los sitios y lo comprobaréis; yo no os acompaño”.
Han pasado muchos años. La gente se extraña cuando me ven llegar a casa de Regina y cómo nos ayudamos, los unos a los otros, en las fiestas y en otras ocasiones. Regina trata de hacer comprender a todos la importancia de la unidad entre todos los seres humanos. Es responsable de sus vecinos e interviene cuando hay enemistad entre ellos”.
En Ruanda, al marido y al hijo de Emerita los mató un vecino en 1994. El asesino lleva más de diez años en la cárcel, sus familiares han muerto o están fuera del país. Su hija pequeña, Bernadette, que tenía cuatro años, quedó abandonada. Emerita la encontró, se compadeció de ella, la recogió y la trata como a una hija. Esta mujer forma parte de un grupo de cristianas que trabajan por la reconciliación. Una de sus actividades es ir a la cárcel a visitar a los detenidos entre los que se encuentran los asesinos de sus familias. Con la comida y la ropa, estas viudas llevan consuelo y perdón dando testimonio de que la reconciliación es posible.
La mayoría de las mujeres tejen reconciliación y paz en la vida de cada día, otras lo hacen desde la visibilidad de los puestos de poder.