Robinson Mkwama: superviviente de la caza de albinos en Tanzania

Me encuentro con Robinson Mkwama en un barrio de la periferia norte de Nairobi. El rostro protegido del sol por una gorra blanca. Detrás de una gafas de monturas marrones, las pupilas de los ojos en movimiento perpetuo, infatigable. En contraste con el ajetreo de sus ojos, él parece sereno, poco conmocionado, por la experiencia demencial que ha vivido en los últimos días.

 

Acaba de regresar de Tanzania, donde el que suponía que era uno de sus amigos – un tal Nathan Mutei, de 28 años, que a lo largo de meses se fue ganando su confianza, su afecto – iba a venderlo por 400 millones de chelines tanzanos. De no haber intervenido la policía, Robinson Mkwama habría terminado en manos de algunas de las bandas que se dedican a matar a albinos para convertir sus cuerpos en amuletos.

 

Según me explicará más tarde Alex Munyere, presidente de la Albinism Society of Kenya (ASK), el caso de Robinson demuestra que la persecución de albinos está superando las fronteras de Tanzania – donde desde 2007 han sido asesinadas más de cincuenta personas- para expandirse por la región. Cuatro niños albinos han desaparecidos de sus hogares en Kenia.

 

Pero antes de la entrevista con Robinson Mkwama, que en cierta medida permite vislumbrar la razón del sosiego con el que da la impresión de sobrellevar lo vivido en estos días de odisea personal, algunas claves sobre el albinismo en África.

 

SER ALBINO

El albinismo es una deficiencia genética heredada que afecta a humanos y animales. Se caracteriza principalmente por la ausencia o disminución de pigmento en la piel, los ojos y el cabello. Se trata de una condición metabólica poco habitual. Un defecto en el gen que se encarga de la síntesis y distribución de la melanina.

 

Como media afecta a una de cada 20.000 personas. Incidencia que se multiplica en África, donde hay un albino por cada dos mil o cuatro mil habitantes dependiendo del país.

 

La falta de pigmentación en la piel y en el cabello genera que estas personas se encuentren desprotegidas frente a las radiaciones solares. Esto las hace muy propensas a quemarse con facilidad tras una breve exposición al sol. Como consecuencia, suelen desarrollar lesiones cutáneas y sufrir algún tipo de cáncer de piel.

 

DESPRECIO Y MARGINACIÓN

En el reino animal, los especímenes albinos resultan especialmente vulnerables, ya que carecen de elementos para camuflarse entre la vegetación, para ocultarse de los depredadores. En África, las personas que sufren albinismo parecen estar abocadas a un destino similar: a ser presas, siempre notables, siempre evidentes, de un medio que les es hostil.

 

Esta hostilidad es consecuencia de la serie de creencias populares que en el África subsahariana existen sobre los albinos y que varían de país en país. Algunas que he ido registrando a lo largo de los años a través de historias que hemos conocido de primera mano en este blog:

  • . No son personas, son espíritus.
  • . Son el fruto de relaciones mantenidas por sus madres con hombres blancos.
  • . Son un castigo divino por algo malo hecho por sus familias.

 

No es extraño que los padres abandonen a los niños albinos al nacer para no enfrentarse a las miradas de desaprobación del resto de la sociedad. Hay padres, inclusive, que en la desesperación de no saber qué hacer con los niños, los colocan bajo el sol. Esperan así que se bronceen, cuando lo único que le provocan son tremendas heridas.

 

PROBLEMAS DE VISIÓN

Los albinos se vuelven a enfrentar a la incomprensión y el rechazo cuando les llega la hora de asistir a la escuela. A diferencia de lo que normalmente se cree, lo que más dificulta sus vidas cotidianas no es la falta de pigmentación en la piel sino en los ojos.

 

Esta carencia les produce fotofobia (rechazo o repulsión a luz directa), así como un conjunto de anomalías visuales: falta de agudeza, falta de visión nocturna, visión estereoscópica limitada y nistagmo (movimiento involuntario de los ojos, generalmente en horizontal, perceptible por un observador).

 

Los maestros tienden a creer que los albinos no son inteligentes, pero en realidad el problema que sufren es que no ven bien la pizarra y tienen dificultades para tomar apuntes y leer. Muchos jóvenes que sufren albinismo terminan por dejar los estudios, lo que complica posteriormente su inserción en un mercado laboral.

 

La economía de subsistencia que predomina en África hace que no se cuente con los recursos para brindar a los albinos la atención que merecen.

 

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