La Vanguardia, 2 de Febrero- Veinte es demasiado. Sudáfrica amaneció anteayer con la noticia de que su presidente había sido padre de nuevo. Una buena noticia a priori, pero que atragantó el café a más de uno: es el vigésimo vástago del líder zulú. No tardaron en escucharse los aullidos de una crítica especialmente voraz. Con Alianza Democrática (AD) a la cabeza, los partidos de la oposición salieron en tromba ayer para amonestar un comportamiento que, aseguran, contradice y pone en jaque las campañas de lucha contra el sida, que abogan por el uso de anticonceptivos y evitar la promiscuidad. Según adelantó Sunday Times, Zuma, de 67 y que se casó por quinta vez a principios de año, fue padre de una niña en octubre fruto de una relación extramatrimonial con la hija de un amigo, magnate del fútbol sudafricano.
Los defensores de Zuma, que vieron en las críticas un nuevo ataque a la cultura zulú, apenas pudieron contener el aluvión de voces discordantes al conocerse la noticia. Si desde los frentes más temperados se lamentaba la mala imagen que el país exporta antes del Mundial, desde los más acalorados se pedía directamente la dimisión. El diario Sowetan tituló su editorial con un contundente "Vergüenza de la nación".
Y es que el virus VIH no es ninguna broma en Sudáfrica. Los números son lo suficientemente explícitos como para dejarse de matices: Es el país con más enfermos de sida del mundo, –5,7 millones según la ONU– y 300.000 personas mueren al año a causa del virus.
Helen Zille, líder de AD, principal partido de la oposición, atacó sin reparos: "Algunos pueden argumentar que la vida sexual de Jacob Zuma es una cuestión moral privada o cultural, pero no es así. Su conducta tiene profundas consecuencias públicas", dijo. Actualmente, el Gobierno sudafricano apoya la campaña The One Love en radio, televisión y prensa a favor del sexo seguro, el uso de preservativos y la fidelidad para disminuir el riesgo de contagio.
Sin Zuma a la vista –el presidente sudafricano estaba en Davos–, un portavoz del Congreso Nacional Africano capeó la marejada sin hacer comentarios ante lo que tildó de "asunto personal".
La polémica pone de manifiesto la falta de entendimiento entre una parte de la sociedad sudafricana que aplaude la defensa férrea de las tradiciones de su presidente frente a otra que ve en Zuma una reproducción exótica del peor Berlusconi. La semana pasada, Zuma se cuadró con un deje de orgullo ante los ataques a la poligamia: "Es mi cultura, no va en contra de mí ni de mis ideas políticas, y eso incluye la creencia en la igualdad de la mujer". "Algunos creen –añadió– que su cultura es superior a las otras, ese es el problema".No todo fueron reacciones lapidarias. La noticia dio pólvora fresca a humoristas o columnas de opinión desenfadadas –había quien pedía a Zuma que no se tomara tan a pecho su función de padre de la nación o reivindicaba su convocatoria en la selección de fútbol para acabar con la sequía goleadora en el Mundial–, pero donde la cuestión no generó ni un amago de sonrisa fue entre los representantes religiosos, que atacaron a degüello. El Partido Cristiano Democrático pidió la renuncia del líder zulú con dudoso gusto: "Nuestro país necesita un líder que actúe como una brújula moral, no a un presidente que imite a Tiger Woods, Bill Clinton y al rey Enrique VIII".