El grueso de la oposición mauritana, agrupada en la Coordinadora Opositora Democrática (COD) está subiendo el tono de sus protestas contra el presidente Mohamed uld Abdel Aziz, al que pretender forzar a renunciar al poder.
En el plano interno, la oposición ha organizado en las últimas semanas una serie de manifestaciones y sentadas en la capital, Nuakchot, dispersadas sistemáticamente por la policía.
Si bien la COD ha proclamado su intención de no bajar la guardia, en los últimos días ha declarado una especie de tregua táctica para proteger a sus militantes de la represión policial.
En el plano externo, la Coordinadora espera cosechar algún resultado del cambio de tornas en Francia, ya que el Partido Socialista del nuevo presidente François Hollande ha sido tradicional aliado del Agrupamiento de Fuerzas Democráticas, dirigido por el histórico opositor Ahmed uld Dadah y considerado corazón de la COD.
Sin embargo, la Coordinadora acoge en su seno también a los islamistas del partido Tawasul, generalmente reacios a recurrir a la ayuda de los países occidentales, aunque otros miembros de la coordinadora no han ocultado sus simpatías por Hollande.
La reciente colaboración de los islamistas junto a los partidos opositores tradicionales ha llamado la atención de los observadores, dada la tradicional hostilidad del islamismo político a la izquierda clásica por sus grandes diferencias sobre sus proyectos de sociedad.
Sin embargo, el analista mauritano Hussein uld Meddou considera que los islamistas están mostrando "un alto grado de pragmatismo en el trabajo político", lo que hace pensar que esta alianza circunstancial entre sensibilidades tan distintas puede llegar lejos.
El presidente Mohamed uld Abdel Aziz llegó al poder con un golpe de estado en agosto de 2008, y once meses después convocó elecciones presidenciales y las ganó. Su triunfo fue entonces considerado legítimo porque la oposición participó en esos comicios tras un acuerdo de "hoja de ruta" alcanzado en Dakar.
Pero la "primavera árabe" ha traído nuevos aires también a Mauritania, y el cambio de régimen en tres países del norte de África (Egipto, Túnez y Libia) ha dado alas a la mayor parte de la oposición, que objeta las prácticas del gobierno por poco democráticas y quieren ahora una salida de Abdel Aziz.
Pese al ímpetu de la COD de las últimas semanas, lo cierto es que no toda la oposición a Abdel Aziz está con la estrategia de presión en la calle, y una parte de ella, dirigida por la Alianza Popular Progresista (APP) prefiere ejercer su papel desde las instituciones.
El "diálogo político" abierto por Abdel Aziz con estos últimos y boicoteado por la COD ha dado como fruto dos enmiendas constitucionales, una para criminalizar el esclavismo (que en Mauritania nunca deja de estar de actualidad) y la otra para prohibir formalmente los golpes militares.
Mientras maniobra hábilmente con una parte de la oposición, Abdel Aziz ha logrado además una aparente buena imagen exterior por su política de firmeza ante el fenómeno que más preocupa a Europa y Estados Unidos: la presencia de Al Qaeda en el Magreb Islámico.
La persecución sin tregua a la AQMI por parte de ejército mauritano, incluso más allá de las fronteras del país, ha hecho que Abdel Aziz sea acusado con frecuencia de llevar a cabo "una guerra por delegación en nombre de Francia".
Por mucho que sueñe la Coordinadora, no parece que la política de París con respecto a Mauritania vaya a dar un giro radical. Ayer lunes, Hollande se entrevistó con Abdel Aziz, y según la agencia mauritana fue para examinar juntos "la situación prevalente en la región".
Vía | EFE