J. B. | BILBAO
Parece imposible, pero recuperar esas llaves perdidas tras una noche de juerga, un paraguas olvidado en el Metro o un teléfono móvil que terminó en la mesa de un bar es más fácil de lo que parece. La oficina de hallazgos que la guardia urbana gestiona en Garellano recibe objetos extraviados a diario, el pasado año más de 7.000. Y buena parte de ellos vuelven a sus dueños. Según las estadísticas, más del 33% de los artículos que llegaron en 2010 a los mostradores de la unidad acabaron en manos de su legítimo propietario.
Paraguas, carteras y móviles son los efectos que fruto del despiste acaban en Garellano. Cuando existe una identificación asociada, como el DNI o un carné de conducir, dar con su dueño es relativamente sencillo. «Se le certifica por teléfono y por carta lo más rápido posible para que el ciudadano no tenga que iniciar trámites para obtener nueva documentación», explican los responsables. Otros, son más complicados de devolver. Además, los agentes siguen un protocolo contra la picaresca para que los hallazgos más valiosos no terminen en manos ajenas. «Cuando alguien reclama un móvil, por ejemplo, ha de demostrar que es el propietario. Tiene que traer el cargador y el Imei, un código único que tiene cada aparato», aclaran los agentes.
Sin embargo, la mayoría de artículos no hallan dueño. Si la Policía considera que pueden ser útiles y ha pasado más de siete meses desde su llegada, se donan a ONG. Es el caso de un centenar de bicicletas y gafas que en África tendrán una segunda vida