Buteflika no quiere ser el siguiente

Será difícil que el impulso de renovación democrática que recorre el norte de África sorprenda ya desprevenido a alguno de los presidentes vitalicios que continúan en la zona, que habrán extraído interesantes lecciones de los acontecimientos en Túnez y Egipto. La contundente represión desatada ayer en Argel contra una manifestación no autorizada indica que Abdelaziz Buteflika no quiere ser el próximo en caer. Y que para evitarlo continúa explorando la vía de la violación de derechos y libertades de sus conciudadanos antes que siquiera considerar, a la manera de Jordania, alguna concesión a los que protestan.

En Argelia, la contestación social viene conociendo expresiones muy fuertes, la última en enero pasado. Movilizaciones como las convocadas para ayer en Argel, Bejaia, Constantina, Anaba u Orán-la segunda ciudad del país- inquietan a un régimen que ha podido sobrevivir e industrializar el país gracias a las rentas del gas y el petróleo, pero sin ofrecer a la población atisbo alguno de democracia, con uno de los índices de paro más altos del mundo árabe y niveles de corrupción y presión policial equiparables. Si hay un escenario de cambio potencial, ése debería ser Argelia.
Las autoridades argelinas prohibieron la manifestación de ayer y además se prepararon a fondo para impedir que pudiera llevarse a cabo. La capital estaba tomada desde la víspera por un impresionante dispositivo policial, integrado por cerca de 30.000 agentes llegados de todo el país, en autobuses civiles, para contener una movilización convocada por partidos opositores y organizaciones sociales, la llamada Coordinadora Nacional para la Democracia y el Cambio.
 
Carreteras cortadas
El despliegue de seguridad se reveló excesivo no sólo por el número de manifestantes -un máximo de 10.000 según los organizadores, que se reducían a 3.000 para otras fuentes y no llegaban a los 250 a juicio del Ministerio de Interior- sino también por el carácter de la protesta, que no contaba con participación ni respaldo de los sindicatos, las principales fuerzas de oposición o los influyentes islamistas. Los llamamientos a acudir lanzados a través de las redes sociales fueron contrarrestados mediante el tradicional método de bloquear las carreteras de acceso a la capital.
Testigos presenciales informaron a la cadena Al Arabiya y al diario opositor ‘El Watan’ de que se habían practicado «decenas de detenciones» en Argel. La marcha comenzó a las 11.00 en la plaza 1 de Mayo, entre gritos de ‘Fuera Buteflika’, y algunos de los participantes mostraban portadas de periódico con la noticia de la dimisión del expresidente egipcio Hosni Mubarak. Los manifestantes fueron rodeados por efectivos policiales, que les impidieron llegar a su destino, la plaza de los Mártires.
Buteflika, reelegido presidente por tercera vez consecutiva hace menos de dos años con más del 90% de los votos, termina su mandato en 2014. Para entonces tendrá 77 años y llevará 52 en política. Los próximos meses serán decisivos para saber si la frustración económica que aflora en el país le permitirá perpetuarse en el poder otros cinco años más.
 
OTRAS FICHAS DEL DOMINÓ
Marruecos
Si se deja de lado la cuestión del Sáhara, ha hecho progresos hacia la normalización democrática, pero un sector de la población, el más joven, exige más libertades públicas y justicia social. Las posibilidades de contagio a la tunecina existen. Y se ha producido ya un caso de muerte por inmolación. Líbano
Tiene un pasado de guerra civil que terminó en 1989. Ahora es una dinámica democracia comunitaria porque el Parlamento refleja no las ideologías sino la pertenencia confesional o los orígenes étnicos y culturales. El primer ministro es suní; el presidente del Parlamento, chií y el de la república, cristiano maronita.
 
Arabia Saudí
Una revuelta social parece improbable porque los resortes de la oposición son limitados. La verdadera oposición al reino ha sido Al-Qaida, cuyo fundador, Bin Laden, odia la dinastía y llama a su liquidación. El rey Abdulá es, en su universo, un moderado y, sobre todo al principio, dio pasos hacia la liberalización.
 
Jordania
El rey es hachemí (directamente descendiente del clan del profeta). El islamismo es poderoso, aunque no mayoritario y Abdalá II ha obrado siempre en su contra hasta la semana pasada. Asustado por el efecto contagio y las primeras manifestaciones, cambió el Gobierno y ofreció aumentos salariales y subsidios.
 
Yemen
Es un ejemplo de inestabilidad y violencia casi crónicas. Ya ha habido en la capital manifestaciones hostiles al presidente-dictador Abdulá Saleh, y éste ha tenido que renunciar a su enésima reelección, ha propuesto un Gobierno de unidad nacional y prometido elecciones legislativas limpias.

 

El régimen de Argelia reprime una protesta opositora con una descomunal exhibición de efectivos policiales y el cierre de la capital

Dejar un comentario

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *