Bahrein no es Egipto para Obama

La convulsión en el país del golfo Pérsico, que ha causado ya dos muertos, tienen como escenario el hogar de la 5ª Flota de EE UU

Bahrein no es Egipto, pero su juventud quiere convertir la plaza de la Perla en la plaza de la Liberación. Ambos países son aliados estratégicos de EE UU y si en uno Washington fue capaz de superar la importancia de preservar los tratados de paz con Israel, los manifestantes esperan que en el otro el Gobierno de Obama pase por alto un dato mucho más importante: Bahrein alberga desde 1995 la 5ª Flota, responsable de todas las operaciones navales estadounidenses en el golfo Pérsico, Mar Rojo, Mar Arábigo y la costa Este de África hasta Kenia.
Por si fuera poco, el monarca suní Hamad bin Isa al-Jalifa, que reina en el país de mayoría chií, es un muro de contención para el islamismo chií iraní, como lo fue Franco en España frente al comunismo de la Unión Soviética. Cuarenta años es también lo que lleva al frente del Gobierno su tío, el primer ministro Jalifa Bin Salman, al que los manifestantes quieren ver jubilado.
Todo eso explica que cuando se le preguntó por ello al presidente durante la rueda de prensa del lunes, Obama prefiriese hablar de cómo los gobiernos pueden ponerse «por delante de la marea del cambio» con reformas económicas antes que animar a los manifestantes, como hizo al hablar de Irán.
«Cada país es diferente», reiteró ayer el nuevo portavoz de la Casa Blanca, Jay Carney, al estrenarse en el cargo. Lo que parece ser diferente en cada caso son los intereses de EE UU y por tanto la respuesta. Si en Egipto la violencia de los seguidores de Mubarak provocó una protesta estadounidense enérgica y una ristra de llamadas al más alto nivel, los dos primeros mártires de la revolución de Bahrein han sido recibidos en el Departamento de Estado «con preocupación», dijo su portavoz, P. J. Crowley. «Estados Unidos da la bienvenida a la declaración del Gobierno de Bahrein que dice que investigará esas muertes y que adoptará acciones legales contra cualquier uso injustificado de la violencia por parte de las fuerzas de seguridad», reaccionó. ¿No era eso lo que dijo el primer ministro egipcio, Ahmed Shafiq, el pasado día 3?
El monarca de Bahrein, cuya dinastía gobierna el pequeño país desde hace 200 años, ha ofrecido mínimas reformas como las iniciales de Mubarak y ha dado órdenes a la policía de que no ataque la plaza de la Perla, desde la que los manifestantes quieren cambiar su régimen. Sin embargo, las autoridades también han bloqueado un canal de vídeo al que se habían subido imágenes de las manifestaciones.
Estilo occidental
A diferencia de sus vecinos de Qatar y Arabia Saudí, Bahrein, con apenas 1,2 millones de habitantes y sólo 500.000 ciudadanos, el 70% suní, no está sentado sobre una bolsa de petróleo. Sus principales ingresos vienen de los saudíes que cruzan la frontera al volante para tumbarse en sus playas y disfrutar de sus bares y restaurantes de estilo occidental. El resentimiento de la mayoría suní gobernada por un monarca chií se verá alimentado por el proceso contra 25 activistas chiíes que serán juzgados el viernes de la semana que viene por las protestas del año pasado, reprimidas sin pena ni gloria.

 

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