La juventud, el valor y la esperanza acompañaban a Nisreen en su lucha por el nuevo Egipto que estaba ayudando a crear.
Era 6 de febrero de 2011 y ella, como cientos de mujeres, estaba durmiendo en la plaza Tahrir para evitar con su propio cuerpo que sea retomada por las fuerzas leales al presidente Hosni Mubarak.
Nisreen me dijo ese día que creía que después del levantamiento la situación cambiaría para las mujeres en Egipto. Se sentía segura en la plaza, según me dijo, porque no había "acoso".
Estaba dispuesta a quedarse "un día, una semana, un mes, un año" para lograr un cambio de gobierno. No tuvo que esperar mucho para atestiguar la salida de Mubarak del cargo.
Su régimen ya se tambaleaba. Pero su aspiración de un cambio para el género femenino, compartida por muchas otras, fue frustrada brutalmente.
Este jueves, el presidente egipto, Mohamed Mursi, presentará y tomará juramento a su gabinete.
Según los medios locales, el primer ministro será Hisham Qandil, la mayor parte de ministros serán tecnócratas y, al menos dos, políticos procedentes del gobierno anterior, así como varios islamistas.
La cuestión de la presencia de mujeres en el ejecutivo -y en la vida política egipcia en general- sigue siendo polémica.
"Pruebas de virginidad"
En las semanas y meses que siguieron al levantamiento contra Mubarak, las egipcias fueron objeto de una violencia atroz. Fueron golpeadas y asaltadas sexualmente por miembros de las fuerzas de seguridad.
El Estado las sometió a humillantes "pruebas de virginidad", y ahora en la plaza donde Nisreen se sintió segura alguna vez, grupos de hombres deambulan como animales a la caza de mujeres jóvenes: las desnudan, las atacan sexualmente y las dejan abandonadas en cunetas.
"En las protestas del año pasado, la plaza Tahrir era un lugar donde las mujeres pedían su libertad en igualdad de condiciones con los hombres. Ahora se ha convertido en un sitio donde las mujeres son acosadas sexualmente". Así describió los ataques Hassiba Hadj Sahraoui, de la organización Amnistía Internacional, la semana pasada.
Y si las mujeres se han visto apartadas de los espacios públicos, la revolución también las ha empujado aún más lejos de la arena política.
En el Parlamento que se formó tras la revolución, y que ahora está disuelto, hay menos mujeres que durante la presidencia de Mubarak.
Fuerzas de mercado
Mona Eltahawy es una prominente periodista y bloguera. Quedó con fracturas en los brazos y fue atacada sexualmente después de que la arrestaran durante una manifestación prodemocrática que tuvo lugar antes de las elecciones parlamentarias el año pasado.
Recientemente me dijo que seguía optimista, y que la situación de las mujeres mejoraría eventualmente, tras la revuelta.
"Si te fijas en el Parlamento, donde el 70% de sus integrantes son salafistas o de la Hermandad Musulmana, se puede argumentar que ahora tenemos representantes políticos que no creen en los derechos de las mujeres", dice.
Mujeres votan en Egipto
Algunas son optimistas sobre un cambio en Egipto.
"Pero lo que esto ha hecho es advertirnos que tenemos que luchar. Bajo los así llamados regímenes seculares, las primeras damas adoptan causas feministas que en realidad dañan el feminismo, porque quedan asociadas a la esposa del dictador. Pero ahora estamos rescatando el feminismo y convirtiéndolo en una causa de la calle", añade.
Es posible que se les hayan concedido con las peores intenciones, pero ahora hay un peligro cierto de que se pierdan las pocas libertades que las mujeres obtuvieron de manos de los dictadores.
La presidenta de la Universidad Americana en El Cairo, Lisa Anderson, dice que estos retrocesos pueden ser la consecuencia de una revolución que ocurrió en un Estado autocrático, más que la culpa de quienes heredaron el poder después de la revolución.
"Cuando tienes estos grandes regímenes autoritarios, siempre es ‘bueno’ para las mujeres, porque hay un proceso de reclutamiento de personal en el sector público", argumenta.
"Después de 1989 en la Europa del Este, el desempleo creció dramáticamente entre la población femenina y su representación en el Parlamento se redujo. El mercado es menos amigable a las mujeres que el sector público, así que mientras más débil sea éste y más fuerte sea el sector privado, peor el ambiente para las mujeres en el corto plazo", señala.
"Falla de la sociedad"
La llegada al poder de la Hermandad Musulmana en Egipto se ha convertido en la mayor fuente de preocupación sobre el destino de los derechos de las mujeres.
Sandos Asem maneja la cuenta de Twitter de la Hermandad en inglés y participó en la revolución desde el primer día. Ella opina que esos temores no tienen base.
"Los islamistas no han gobernado y corrompido Egipto por 60 años, sino los gobiernos seculares. Yo concibo un Islam que da poder a las mujeres. Estoy de acuerdo con que algunos islamistas tienen concepciones extremas sobre las mujeres y creemos que no está bien", considera.
También es cierto que es la sociedad egipcia, más que los políticos, la que debe aceptar la responsabilidad por la serie de ataques ocurridos en la plaza Tahrir.
Muchos culpan de los sucesos a las actitudes de la sociedad egipcia hacia el sexo femenino.
La ley y el orden han desaparecido de las calles de la capital desde que el alzamiento comenzó, y todavía no han retornado.
Muchos culpan a las actitudes de la sociedad egipcia por los ataques en la plaza Tahrir.
Esos 18 días en la plaza Tahrir, durante los cuales se desarrolló la revolución, han adquirido un estatus mítico en la mente de muchos. Pocos quieren manchar el recuerdo de lo ocurrido en la plaza con la realidad de la violencia de hoy.
Es posible que detrás de los ataques no sólo estén remanentes del viejo régimen, sino también hombres que una vez lucharon lado a lado con las mujeres que ahora atacan. A los ladrones y violadores tampoco les gusta vivir en dictadura.
Es importante que los egipcios reconozcan que quizás una pequeña minoría de quienes ocuparon la plaza Tahrir entonces, y de quienes la ocupan ahora, tal vez albergan los mismos objetivos revolucionarios pero no comparten los mismos valores.
Vía | BBC Mundo