La cita es en una tienda de pollos vivos porque no hay nada más alrededor. La tarde es fría en Soweto y el humo de las cocinas se escapa entre los tejados de hojalata de la barriada de chabolas al otro lado de la calle. Al rato, aparece Nozinja al volante de un viejo BMW, enseña todos los dientes con una gran sonrisa y ordena: "Sube a tu coche y sígueme". Gira en una curva imposible, entra en una calle sin asfaltar y, al final de varios baches, aparca junto a una pequeña casa de ladrillos desgastados. Un perro atado a una cadena ladra con furia y a lo lejos una gallina picotea entre la basura…
Estamos en el estudio musical de Shangaan Electro, el nuevo fenómeno de la escena musical de Sudáfrica. La web del festival Sónar 2011 afirma que el objetivo de sus organizadores es rastrear el talento, la vanguardia y la innovación en cualquier parte del mundo. Este periodista da fe de que, en esta ocasión, han ido al más remoto rincón del planeta para cumplir su palabra. En su primera gira fuera de África austral, Shangaan Electro actuará el próximo sábado (19:25 horas) en el escenario Sónar Village.
Con Nozinja, alma del proyecto que viaja a Barcelona, todo es velocidad. Antes de poder preguntar detalles de su show, inunda de ritmos frenéticos la habitación. La rapidez del compás es a prueba de corazones frágiles. "Nuestra música no tiene sentido sin el baile, hay que bailar como si no tuvieras huesos y cuanto más rápida sea, más baile", dice.
Nozinja es cantante, productor, compositor, dueño de un humilde sello discográfico y chófer de sus bailarines cuando se tercia. Es shangaan o thsonga, una etnia originaria del este de Sudáfrica y Mozambique a la sombra de la zulú o xhosa, más numerosa y con mayor presencia en la cultura y la política sudafricana. "En Barcelona escucharán una nueva canción de hasta 184 beats por minuto, irá todo más rápido. Les enseñaremos a bailar de verdad", anuncia entre carcajadas.
Su éxito ha sido fulgurante. En el año 2002 decidió dejar un trabajo en una tienda de reparación de móviles para dedicarse a la música. "Siempre iba en el coche con grandes altavoces y escuchaba temas tradicionales shangaan, quise dar una vuelta de tuerca a esos ritmos", afirma.
Y más que vuelta fue revuelco. Nozinja rescató las canciones de su infancia, les inyectó adrenalina y color y apostó por la evolución. Sus bailarines Tshe-tsha boys, vestidos con caretas de colores y pelucas, han roto los moldes del baile shangaan. "En las reuniones tradicionales para bailar y cantar, nuestros abuelos llevaban pieles de animal y hacían movimientos lentos, nosotros hemos mezclado lo rural con la modernidad", explica. Los más mayores no ponen buena cara, pero el padre del invento se lo toma con filosofía: "Pasa siempre que hay cambios, pero estos son los ritmos de la nueva generación".
En la historia feliz del grupo –han sido escogidos entre los 200 jóvenes del año por el diario sudafricano Mail & Guardian– un gesto fue clave: Nozinja colgó en YouTube los vídeos de las reuniones shangaan en Soweto, en las que grupos de baile se retan para ver quien hace los mejores movimientos al ritmo de su nuevos temas. No tardaron en multiplicarse por miles las visitas. "Es alucinante pensar cuánta gente ha visto esos vídeos. Antes era cosa de la tradición; con los nuevos ritmos, los jóvenes se han enganchado", asegura. El triunfo no se quedó en los vídeos. Cada domingo, cientos de jóvenes se reúnen en una plaza o descampado de Soweto para retarse a bailar. "Entre los shangaan era tradición reunirse para danzar, pero casi se había perdido, era cosa de viejos. Ahora viene gente de otras ciudades y se empiezan a hacer fiestas similares en otras ciudades. Vienen incluso personas de otras etnias", explica.
El músico y agente neoyorquino Wills Glasspiegel también se quedó prendado de las imágenes. "Me habló de ellos un amigo sudafricano y cuando vi cómo bailaban, aluciné. En Sudáfrica tardamos una tarde en firmar el contrato", recuerda. Apenas un año después, Shangaan Electro realizará catorce conciertos en ocho países europeos.
Pero la felicidad de Nozinja no es sólo por eso. "Lo que hago no es sólo música, es algo más profundo. Es enseñar al mundo la cultura shangaan, pequeña e históricamente ninguneada. Es enseñar qué somos", dice.
www.lavanguardia.com/musica/20110616/54171060784/sudafrica-del-gueto-al-sonar.html