Obama encargó en agosto un informe sobre el Magreb

revueltas en el mundo árabe

El estudio advertía de que países como Egipto, Bahrein o Yemen ya estaban maduros para un levantamiento si sus líderes no emprendían las reformas adecuadas

MERCEDES GALLEGO|| La revolución árabe no cogió a la Casa Blanca tan por sorpresa como se había deducido de sus titubeos. Casi seis meses antes de que saltara la primera chispa en Túnez, el presidente Barack Obama encargó a los servicios de Inteligencia estadounidenses un análisis sobre las posibles revueltas que podrían producirse en el mundo árabe, según publicó ayer ‘The New York Times’.
Los expertos americanos determinaron que países como Egipto, Bahrein o Yemen estaban ya maduros para un levantamiento si sus gobernantes no emprendían las reformas adecuadas. Túnez, sin embargo, se les escapó. «Nos somos como las pinturas de Sherman Williams, no cubrimos la Tierra por igual», se defendió ante el Comité de Inteligencia del Senado James Clapper, que supervisa las 16 agencias de Inteligencia. «Francamente, Túnez no estaba entre los 10 países que vigilamos más de cerca, pero obviamente estamos trabajando en ello».
La llamada Directiva de Estudio Presidencial que solicitó Obama buscaba «propuestas sobre cómo impulsar cambios políticos en esos países con regímenes autocráticos que también son valiosos aliados de EE UU», dijeron fuentes del Gobierno al rotativo neoyorquino.
A lo largo de 18 páginas, las agencias de Inteligencia debaten precisamente sobre el problema que ha estado afrontando el Gobierno de Obama para reaccionar a la crisis: Cómo equilibrar los intereses estratégicos de EE UU y el deseo de evitar mayor inestabilidad ante las demandas democráticas de los manifestantes .
«No somos adivinos»
La pregunta que hacían ayer los corresponsales de la Casa Blanca al nuevo portavoz, Jay Carney, era sencilla: Si lo sabían con tanta antelación, ¿por qué les costó tanto encontrar una respuesta consistente a las revueltas? Por supuesto, Washington no cree que haya habido distorsión alguna en su mensaje, que considera consistente desde el principio. Pero en cualquier caso una cosa es saber qué puede ocurrir y otra verlo ocurrir, explicó el portavoz.
Fuentes de ‘The New York Times’ opinan que Obama siempre mostró su apoyo a los manifestantes porque creía que si no lo hacía el régimen emplearía tácticas más violentas contra ellos. Ciertamente Obama ya resultó entusiasta en su discurso sobre el estado de la Unión, cuando se puso de parte del «deseo de libertad» que soplaba desde el Norte de África: «Esta noche vamos a dejarlo claro», proclamó ese 25 de enero. «EE UU está con el pueblo de Túnez y apoya las aspiraciones democráticas de todos los pueblos». Las declaraciones más reaccionarias partieron más tarde de la secretaria de Estado, Hillary Clinton, amiga personal del matrimonio Mubarak, y del vicepresidente Joe Biden, que se revolvió espontáneamente contra la etiqueta de dictador que se le atribuía al entonces líder egipcio.
El mundo, sin embargo, esperaba una actuación más enérgica de EE UU, que pese al apoyo entusiasta de su presidente hacia los manifestantes prefirió evitar cualquier responsabilidad sobre el resultado, consciente de los muchos intereses que tenía en juego. «Esta vez lo calibramos más o menos bien», dijo Obama con tranquilidad el lunes.
El Congreso no lo tiene tan claro respecto a la eficacia de sus agencias de Inteligencia, que no supieron anticipar los detonantes. «No somos adivinos», refutó el miércoles Clapper en su intervención en el Senado. «Lo que podemos hacer en esos casos es reducir la incertidumbre para quienes toman las decisiones políticas, pero no eliminarla totalmente». El director de la CIA, Leon Panetta, ha anunciado la creación de una fuerza de 35 expertos que en el futuro tratarán de anticiparse a levantamientos en la zona, pero advirtió de que no será fácil. «El verdadero reto va a ser la diversidad de idiomas y vigilar los diferentes portales que hay ahí fuera», reflexionó. «Va a requerir una tremenda cantidad de analistas».

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