Revolución democrática en Egipto
Trabajadores de entidades públicas y privadas piden la subida salarial del 15% que el régimen egipcio ha aplicado a los funcionarios . Los manifestantes toman la calle del Parlamento, cercana a Tahrir.
Tras la multitudinaria concentración contra el régimen de Hosni Mubarak del martes, las manifestaciones antigubernamentales arreciaron ayer con la toma de la calle del Parlamento, cercana a la simbólica plaza de Tahrir, y la extensión de las protestas a empresas públicas y numerosas privadas que, por todo el país, pedían la misma subida salarial del 15% que el Gobierno ha anunciado esta semana para los funcionarios. Alrededor de 6.000 trabajadores se habían ausentado ya de su puesto el martes en el Canal de Suez, vital para la economía egipcia. Un funcionario de alto rango se apresuraba a asegurar a la agencia Reuters que esta huelga no afecta la operación del canal ni el movimiento de los buques, ya que las "compañías trabajan en áreas lejanas al movimiento de barcos", sin embargo, y según la misma agencia, las protestas laborales se extendieron durante el día de ayer a las tres principales poblaciones que bordean el canal: Suez (en el mar Rojo), Ismailia (en la parte central) y Port Said (en el Mediterráneo).
Durante la manifestación en esta última ciudad, que congregó a unas 3.000 personas, un coche oficial resultó calcinado frente a la residencia del gobernador sin que el Ejército tomase acción alguna. En la región de Nuevo Valle, en el suroeste, tres manifestantes murieron, además, después de que las fuerzas de seguridad abrieran fuego. Por la tarde, el Centro de los Sindicatos y Servicio a los Trabajadores confirmaba la huelga de cerca de 10.000 trabajadores en empresas públicas y privadas, entre ellas las de transportes y limpieza. Mientras tanto, varios cientos de manifestantes se despertaban frente a las puertas del Parlamento, situado a unos 200 metros de Tahrir, después de que el martes por la noche decidiesen extender la protesta más allá de la plaza cairota. Desde los altavoces del centro de la protesta se animaba a los presentes a acudir al lugar y expresar allí también sus demandas.
"Estamos preparados" Mustafa, hombre ciego acompañado por su hijo Jaled, se instaló sobre una alfombra en una acera, junto a la entrada de la calle. "Yo no puedo recorrer la plaza porque está llena de gente y es peligroso para mí", explicaba. "Pero mi manera de sumarme a la protesta es plantarme en esta acera e impedir que las instituciones corruptas que hemos tenido hasta ahora sigan funcionando". "Esto es una respuesta a todos aquellos que pensaban que la protesta estaba muriendo", aseguraba Mohammed, técnico informático. "Si Mubarak quiere jugar a ver quién puede más, tiene que saber que estamos preparados". Agregaba que "la comunidad internacional ya no puede creerse las amenazas de Mubarak sobre el caos porque todo lo que hacemos es de manera pacífica".
Para Hesham, profesor universitario en Inglaterra, "la ocupación de esta calle es muy simbólica porque de normal no podemos entrar en ella. Y ya que el Parlamento no nos representa, hemos venido nosotros a decir lo que necesitamos: una democracia limpia". En la calle del Parlamento se emplaza también el Ministerio de Salud, así como otros edificios importantes de oficinas. "Sabemos lo que queremos -añadía Mohammed-, por eso lo expresamos con nuestras acciones, todos juntos". Los manifestantes consideran que los pasos tomados para reformar el sistema son muy lentos. "La Constitución se puede cambiar en un mes. Mubarak está ganado tiempo porque ha visto que ahora a Ben Ali lo busca la Interpol, y tiene miedo de que le pase lo mismo".
De camping en Tahrir Mientras tanto, la plaza de Tahrir seguía tomando la forma de un enorme camping. En las entradas, los extranjeros volvían a tener problemas para acceder a la manifestación, pues el soldado de turno encontraba una razón para denegar la entrada en cada caso. Si el extranjero era periodista, le pedía un permiso especial; si su pasaporte contenía un sello de Israel, la entrada se le denegaba por "razones de seguridad, ya que en el interior hay gente radical que si lo ve, puede causarte problemas".
En el interior de la plaza, menos gente que el martes, pero con la misma determinación. Walid, Hasan y sus amigos llevan tres días en una esquina de la plaza sosteniendo diversos carteles en función de la noticia del día. Ayer enarbolaban dos: "Vete a Alemania, no te necesitamos -en referencia al rumor de que Mubarak podría buscar una salida digna del país acudiendo a un hospital alemán-" y "Alliot Marie, devuelve el dinero del pueblo", por las vacaciones que la ministra de Exteriores francesa pasó en Egipto invitada por Mubarak. "Si quiere irse a Alemania para salvar la cara, me parece bien, pero que deje el gobierno primero", pedía Hasan. En cuanto a la ministra de Exteriores francesa, "va tener que buscarse otro gobierno corrupto que le pague las vacaciones". Walid no teme al futuro. "Cuando Mubarak y su gobierno caigan, hay millones de opciones, y todas son buenas. Ya pensaremos más adelante, pero ahora tenemos que concentrar toda nuestra fuerza en hacer que caiga este sistema".
El nuevo héroe Los manifestantes comentaban la aparición de Wael Ghonim en Tahrir el día anterior: "Es un claro ejemplo de lo que sucede en Egipto con la Ley de Emergencia. Vinieron dos tipos, se lo llevaron y desapareció", señala Hasan. Por esta razón, "lo consideramos uno más de nosotros. Aquí cada uno tiene su voz. Nadie es el líder porque todos pedimos lo mismo". En uno de los carteles colgados junto a las tiendas de campaña en medio de Tahrir se podía leer: "Mubarak, bailas bien, pero no te olvides de que yo soy el dueño del local".