Canal Solidario 25 de Enero- Josep Anglada huele a nicotina. Y no hablo en sentido figurado. Es en serio. Huele mucho a cigarrillo. Su ropa, sus manos, su aliento… Todo él humea.
Me propuse entrevistarlo cuando supe que su partido, Plataforma per Catalunya, había enviado una carta al Ayuntamiento de L’Hospitalet pidiéndole que, al igual que Vic, negara el empadronamiento a los ‘sin papeles’.
Cuando me planteé lo de la entrevista, pensé si era conveniente o no darle espacio mediático a un hombre que públicamente apoyó el franquismo y que, hoy en día, enarbola la lucha “por un mayor control de la inmigración”.
Desde 2003 viene repitiendo que en España “no cabemos todos” y está empeñado en endurecer las leyes con propuestas como fijar cuotas de entrada de extranjeros (hasta reducir a cero el contingente islámico); establecer la reagrupación familiar temporal y basada en el salario del solicitante, y aplicar tasas especiales a los comerciantes extranjeros “para evitar la escandalosa fuga de capitales a sus países”.
¡En fin! que podría seguir enumerando las ideas populistas y demagógicas que expone Anglada con un lenguaje sumamente sencillo y con un discurso exento de estudios o cifras que avalen sus prejuicios.
Por todo eso me preguntaba: ¿vale la pena darle un micrófono? ¿se le hará un favor difundiendo aún más su ideario? Anglada, siempre encantado de apagar el fuego con gasolina, está a la orden de quien quiera escucharlo. La inmigración como problema o como excusa se sirve en bandeja, y mientras políticos y entidades sociales se rasgan las vestiduras argumentando a favor y en contra, los únicos perjudicados seguimos siendo los inmigrantes.
Porque el tema es complejo, lo sé. Porque hay vacíos legales. Porque el Estado no ha podido hacer frente a un sinnúmero de grietas sociales, siempre entendibles cuando la población aumenta y sobre todo, cuando lo hace con personas que vienen de otros países, con otras lenguas y culturas.
Todo eso lo sé pero también entiendo que controlar la inmigración, como pretende Anglada, es como intentar retener el agua entre los dedos. Mientras las vergonzosas desigualdades económicas persistan, mientras el sistema dé vía libre a las especulaciones sin límite de fronteras, mientras sea necesario un terremoto para darnos cuenta de la pobreza extrema que sufre un país, los seres humanos más vulnerables tendrán que buscarse formas de sobrevivir. Y sobrevivir, como bien lo saben en las sabanas africanas cuando hay sequía, consiste en moverse, en explorar nuevos territorios.
Pero volviendo al líder de Plataforma per Catalunya, finalmente decidí entrevistarlo por una razón: porque, personalmente, necesitaba confrontarlo y porque, profesionalmente, quería entenderlo. Quería explicar a mis lectores (casi todos latinoamericanos) que las justificaciones contra nuestra presencia en este país no están dotadas de razón sino de exaltación. Y que no se nos olvide que un partido así, con discurso fácil y enemigo débil (o estigmatizado), acabó envolviendo a todo un continente en una guerra.
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