Cooperantes, del romanticismo a la profesionalización de las misiones

Público, 15 de Enero- Gestor de un proyecto de salud en Ecuador, responsable financiero de una oficina en Sudán, jefe de emergencias en Chad, director médico en la República Democrática de Congo… Estos son algunos de los puestos que han ofertado en las últimas semanas diferentes ONG. Mientras centenares de jóvenes recién licenciados y profesionales de mediana edad que quieren dar un nuevo rumbo a su vida ansían enrolarse en proyectos humanitarios en países lejanos, el reto de las ONG es cubrir estos puestos de trabajo con personal local.
Para la mayoría de las ONG el papel que desempeñan los cooperantes deberían ir asumiéndolo progresivamente los trabajadores de los países en desarrollo. «Lo idóneo es promover una cooperación asumida por las capacidades autóctonas y si cada vez hay más cooperantes, no ofrecemos esa posibilidad, generamos más dependencia de nosotros», opina Ignasi Carreras, director del Instituto de Innovación Social de Esade-Universitat Ramon Llull. Carreras remarca que actualmente «la mayoría de las ONG ha reforzado el personal local, que conoce mucho mejor la realidad de sus países y es más eficiente desde el punto de vista de costes, y sólo envía a cooperantes para trabajos muy específicos y en situaciones de emergencia». El terremoto de Haití es un ejemplo: Médicos sin Fronteras (MSF) desplazó ayer a 70 personas a este país caribeño. En este grupo de médicos y logistas esta Daniel Sagués, un joven ingeniero catalán con cinco años de experiencia en MSF, que se centrará en el restablecimiento del suministro de agua potable en las zonas más afectadas.

Precisamente, Carreras remarca que «la componente que más crece es la de emergencias». Conflictos persistentes y desastres naturales como el de Haití provocan que siga aumentando el número de cooperantes que viajan a zonas en guerra o devastadas por huracanes u otros fenómenos climatológicos adversos.

Pero en general la oferta de trabajo es inferior a la demanda. Una cierta dosis de romanticismo, la solidaridad, conocer culturas distintas… lleva a muchos jóvenes a querer dedicar al menos una etapa de su vida a la cooperación. «Entre enero y septiembre del 2009 realizamos 61 procesos de selección para trabajos de cooperación al desarrollo y ayuda humanitaria, tanto para nuestra sede central como para las oficinas de los distintos países, recibiendo una media de 57 candidaturas para cada uno de ellos. Hay algún caso en que nos han llegado más de 260 currículums», relata Laura Sáenz, directora de Recursos Humanos de Intermón Oxfam. «Cada año recibimos unos 3.000 currículums en España para cubrir unos 300 puestos», rubrica Arnau Gasull, responsable de reclutamiento de MSF. Lo cierto es que cada año centenares de personas se dirigen, currículum en mano, a las ONGde mayores dimensiones pero muy pocas se ajustan al perfil requerido, sumamente técnico, con varios idiomas y con años de experiencia en África, Asia o Latinoamérica. Muchos requisitos para empleos con una cierta inestabilidad y modestas retribuciones.

Los aspirantes que van superando todas las pruebas deben realizar, en última instancia, una suerte de curso de una o dos semanas para aprender a moverse sobre el terreno y encarar los imprevistos que siempre afloran en países hambrientos o en permanente conflicto bélico.

«Siempre tenemos a gente dispuesta a emprender una primera misión, que dura unos seis meses, pero nuestro reto es que los médicos no se tomen su experiencia en otro continente como una pausa en su vida profesional sino que se queden en MSF, que no haya tanta rotación. Después de la primera misión, el 25 por ciento de los médicos ya no repiten, se quedan con nosotros unos tres años de media y luego no regresan», analiza Gasull. Otras ONG también especializadas en mejorar la organización sanitaria de los países del Sur, como Medicus Mundi, lamentan que actualmente les está resultando muy difícil hallar médicos con experiencia para desplazarse por ejemplo a la RD de Congo. No basta con la vocación, también es necesaria una alta cualificación. «Ahora hay mucha demanda de médicos tanto en España como en el resto de la Unión Europea y nosotros no podemos competir en sueldos», indica Félix Fuentenebro, director de la Federación de Asociaciones de Medicus Mundi.

«Para ser un buen cooperante necesitas tres bases: tener una profesión –médico, ingeniero…–; conocer bien la región de destino –África, Centroamérica…– y ser audaz para saber comunicarse y resolver conflictos», considera Kai Schrader, coordinador de Formación y Estudios de Setem- Catalunya. Schrader denota que en España todavía queda un largo camino por recorrer y pone el ejemplo de otros países europeos, como Suiza, donde las ONG «invierten muchísimo en formar a sus trabajadores, pagan muy buenos sueldos, mejor que en la empresa privada, para crear a cracks. Aquí todavía se cuenta con el voluntarismo y la buena fe de la gente».

«Hace veinte años cualquiera se iba a Nicaragua y se ponía a dar clases en una escuela; ahora nos damos cuenta de que esto no es lo que se debe hacer porque a largo plazo no cambiará nada. Nuestro papel consiste en formar a formadores, en lugar de enviar un maestro es mejor enviar un pedagogo que forme a profesores», reflexiona Sílvia Galià, de la Federació Catalana d’ONG per al Desenvolupament (FCONGD). «Cada vez irá perdiendo peso el cooperante, a excepción de en situaciones de emergencia. La forma de cooperación que nosotros defendemos es con contrapartes en el país destinatario de las ayudas», añade Galià. La FCONGD constata el interés de «muchos jóvenes que quieren dar un giro en su vida y dedicarse a las ONG, quizás debido a la imagen épica del cooperante que salva vidas. Pero la realidad es que el 80 por ciento del trabajo de un técnico de cooperación es hacer informes», añade Galià. También Laura Sáenz, de Intermón-Oxfam, remarca que la «vocación de nuestra ONG es que nuestro personal sea mayoritariamente local, apostamos por la transferencia de capacidades. Sólo recurrimos a los expatriados cuando no se puede cubrir un puesto con locales. De nuestros 350 trabajadores en el Sur, 270 son ciudadanos de esos países».

La FCONGD recomienda a las personas que sientan la necesidad de colaborar con las ONG que empiecen emprendiendo tareas de voluntariado. Para Galià, «las estancias solidarias y los campos de trabajo son una vía de formación para aquellos que quieren dedicarse a este sector».

www.lavanguardia.es/ciudadanos/noticias/20100115/53871199335/cooperantes-del-romanticismo-a-la-profesionalizacion-de-las-misiones-ong-msf-haiti-africa-congo-univ.html

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