Túnez pide a Interpol que persiga a la pareja Ben Alí

 Los hombres de la dictadura que siguen en el poder en Túnez han vuelto definitivamente la espalda al dictador bajo cuyo régimen medraron. Reconvertidos, sólo tras la caída de Ben Alí, a la revolución del pueblo, los representantes de la vieja guardia dieron ayer un paso importante para sentar a quien fue su líder en el banquillo.

Lazhar Karui Chebbi, ministro de Justicia del Gobierno de transición tunecino, anunció en rueda de prensa que su país ha tramitado a través de Interpol una orden de arresto internacional contra Ben Alí, su aborrecida esposa, Leila Trabelsi y varios de sus familiares, incluido el yerno del dictador Sajer el Materi, que hasta hace una semana era uno de los empresarios más importantes (y uno de los más corruptos) del país.

"Hemos pedido a Interpol que encuentre a todos los que han huido, incluido al presidente y a esa mujer [LeilaTrabelsi], para juzgarlos en Túnez", aseguró con desprecio Chebbi. Interpol anunció por la tarde que había cursado la información a las policías de los 187 países que están representados en la organización.
Los cargos contra Ben Alí y su clan, al que la población odia más si cabe que al propio dictador, son los de "adquisición ilegal de bienes mobiliarios e inmobiliarios" y "evasión ilegal de divisas al extranjero": lo que los tunecinos, más llanamente, definen como el robo continuado de sus riquezas durante los 23 años que duró la dictadura.

El dictador, de momento, está a salvo. Arabia Saudí le ha dado cobijo, aunque la orden de arresto tramitada por la Justicia tunecina le impedirá viajar libremente si no quiere arriesgarse a ser extraditadoa Túnez.

Algunos de los adláteres de Ben Alí no son tan afortunados. El general Alí Seriati, el hombre que dirigía a los guardias presidenciales, los mismos que sembraron el pánico tras la huida de su jefe, será juzgado junto con seis de sus hombres por varios asesinatos y atentado contra la seguridad del Estado, anunció ayer el ministro de Justicia.

De las palabras de Chebbi se desprende un retrato del caos de los días que siguieron a la caída del dictador cuyo alcance se desconocía. El ministro informó de que en los motines que se produjeron en diversas cárceles del país, nada menos que 11.000 reclusos consiguieron evadirse. Otros 2.460 presos han sido liberados.

El ministro no precisó cuántos de esos reos lo eran por motivos políticos, algo que será muy difícil de determinar. Como recuerda el periodista Saif Eddine Amri, del diario Echourouk, en Túnez se condenaba a cualquiera que expresara la más mínima disensión. En el país, prosigue, había además "cárceles secretas, como la que se encontraba en los sótanos del Ministerio de Interior", en pleno centro de la capital.
El propio Amri pasó un año en prisión en 2006 por escribir un artículo sobre el expolio de los bienes de los tunecinos por parte de la familia Trabelsi. Su trabajo nunca fue publicado, pues su redactor jefe lo denunció a la policía política del régimen nada más leer el borrador.

En el dorso de la mano izquierda de este joven de 24 años aún se ven las huellas de un cigarrillo que un policía apagó en su piel durante los interrogatorios. Rehabilitado en su periódico seis días después de la huida del dictador, Amri recuerda que, en Túnez, los robos de los Trabelsi contaban con "la complicidad forzosa de algunos miembros del Gobierno y de los directivos de las grandes compañías del país".

Siguen las protestas

El dictador y su familia habían corrompido tanto la Administración que, para los tunecinos que siguen las protestas en las calles, hay que arrancar de raíz cualquier resto de la dictadura, incluidos a varios ministros del Gobierno de transición, empezando por el jefe del Ejecutivo, Mohamed Ghanuchi.

Fuentes próximas a la negociación citadas por Efe aseguraron que el presidente interino del país, Fued Mebaza, ha propuesto a la oposición un nuevo Ejecutivo sin ministros del antiguo régimen, pero en el que se mantendrá al primer ministro Ghanuchi. La oposición ha pedido a Mebaza hasta hoy para pensárselo.

En la Plaza del Gobierno, cientos de tunecinos de las zonas rurales siguen pidiendo un Gobierno sin la "mancha negra que enturbia a los hombres de Ben Alí", resumía ayer Adel. Por la mañana, varios jóvenes resultaron heridos cuando la policía cargó contra ellos utilizando las porras y gas lacrimógeno. Los manifestantes estaban intentando arrancar, con las manos desnudas, el alambre de espino con el que les estaban rodeando.

 

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