RDC: los pequeños agricultores dicen que lo único que necesitan es tierra

África Fundación Sur, 23 de Diciembre- Los más de 800 pequeños agricultores que pertenecen a cooperativas en los alrededores de la capital de la República Democrática del Congo, RDC, Kinshasa, podrían producir arroz y verduras suficientes para los alrededor de 8 millones de habitantes que se calcula que tiene la ciudad, según el ministerio de Agricultura del país.

Sin embargo los agricultores dicen que no pueden trabajar con eficacia la tierra sin ninguna perspectiva de estabilidad a largo plazo. Se les está quitando la tierra constantemente para venderla para nuevas construcciones, especialmente en las zonas rurales de Mimoza, Maluku, Mpasa, Bandalungwa, N´Sele y Kingabwa, de alrededor de la capital.

La situación es especialmente triste para Françoise Makulu una cultivadora de verduras. “Durante más de cinco años, yo he producido más de 200 kilos de verduras cada temporada, en sólo 100 metros cuadrados de tierra, en un vivero al otro lado de la carretera, desde el Instituto Superior de comercio de Kinshasa”, asegura.

“Pero hace un año, el vivero fue vendido a un comerciante libanés, que, en cuestión de semanas, ha construido cuatro edificios ahí”, cuenta a IPS.

“Mi cosecha anual me permitía cubrir todas las necesidades de mi familia, pagar la renta por la casa en la que vivimos y pagar la escuela de mis hijos”, explica Makulu.

Para sobrevivir, ahora vende pescado comprado a los mayoristas en el mercado de Selembao, un distrito de Kinshasa.

Aún así, según Norbert Bashengezi, el ministro de Agricultura, Pesca y Ganadería, “el gobierno está preparado para ayudar a estos pequeños agricultores a producir más cosechas a un coste más barato, especialmente porque la mayor parte de ellos son mujeres”.

Según el ministro, las mujeres “son las primeras en reconocer la necesidad de alimentar a sus hijos y pagar la escuela, incluso cuando los hombres abandonan sus trabajos en el campo, dándose al placer de leer el periódico y ver la televisión”.

Las declaraciones del ministro apenas reconfortan a Laurentine Vakoko, otra ex productora de verduras, que perdió su terreno en la avenida de Kasa Vubu, que va a Bandalungwa. “¿Cómo puede un gobierno que afirma que ayuda a los pequeños agricultores quitarles lo que es más esencial para su trabajo?”, pregunta a IPS.

Por su parte, Génie Kamanda, que ha estado cultivando arroz en N’Sele durante más de cinco años, tiene esto que decir: “Quitarles la tierra a los pequeños agricultores que están teniendo su papel en la lucha contra el hambre, simplemente lleva a mayor inseguridad alimentaria en nuestro país. La única ayuda que esperamos ahora del gobierno es una garantía de la utilización estable de la tierra”.

Ella, sin embargo, asegura que se benefició de las azadas, palas, semillas y fertilizantes que el gobierno distribuyó gratuitamente entre los agricultores, en mayo de 2009.

Hablando con IPS, el ministro Bashengezi, dijo que “los inversores en agricultura deben comprender que a través de su programa para combatir la inseguridad alimentaria, el gobierno quiere asegurarles la estabilidad del uso de la tierra. Esto es porque desde enero de 2009, ya ha invertido más de 500 millones de dólares americanos en ayudar a algunos de ellos, con material, implementos e insumos”.

John Mbaka se muestra desdeñoso: “Otro comunicado, ¡y más de lo mismo! El ministro tranquilizará a nuestros colegas que han perdido la tierra, si nos dice que hay, o habrá, una política coordinada entre su departamento y la persona responsable de la gestión de los terrenos”.

Mbaka es miembro de la cooperativa agrícola de productores de verduras en el distrito de Changu, en Kinshasa.

Pascal Mavungu, un agrónomo congoleño, quiere ver este debate ampliado a otros nuevos actores en la agricultura. Para él, “la búsqueda de una solución a las expulsiones forzosas de tierras cultivadas no debería limitarse a intercambios entre el gobierno y los pequeños agricultores. La sociedad civil debe encontrar su lugar y representar su papel, sin el cual un ya poderoso gobierno no podrá ser influenciado por un grupo de agricultores vulnerables”.

Pero, como dice enfadado Bashengezi, a una audiencia de periodistas y agricultores, “¿Cómo va a confiar uno en una sociedad civil que desperdicia el 60 % de sus finanzas en reuniones cuyo es únicamente las mismas reuniones o en asociaciones que no tienen dirección? ¿Qué recoge insumos del departamento de Agricultura y los revende a 10 metros de los almacenes?”

“Es cierto que la sociedad civil congoleña es desorganizada y tiene muchas debilidades”, reconoce Fernández Murhola, presidente de la Sociedad Civil de Kinshasa. Sin embargo, él siente que “es imposible generalizar en los defectos de ciertas organizaciones dentro de toda la estructura”.

Murhola además dice a IPS, “también es verdad que las asociaciones de agricultura todavía no están suficientemente bien estructuradas. Esto es porque la agricultura todavía no es un tema de gran debate en nuestro país. Pero otras asociaciones en varios sectores de la sociedad, que han existido durante años, sin embargo, han logrado ayudar a reenfocar los esfuerzos del gobierno mediante acciones concertadas de presión para la defensa de sus intereses.

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