Mohamed VI busca un voto masivo

El sí a la nueva Constitución de Marruecos está garantizado de antemano. Ahora se trata de lograr una alta participación en el referéndum. Para alcanzarlo, las autoridades marroquíes están echando el resto en un país en el que en las últimas elecciones legislativas solo votó el 37% de los inscritos.
Los colegios electorales ya han abierto. Trece millones de marroquíes apuntados en el censo electoral -entre siete y ocho millones de adultos no se han registrado- están llamados a pronunciarse hoy sobre la nueva Carta Magna que el rey Mohamed VI presentó en un discurso hace dos semanas. Concluyó pidiendo el sí y citando al Corán en apoyo a sus argumentos.

A lo largo de los diez días de campaña, que concluyó anoche, el aparato del Estado y los partidos de la coalición gubernamental no han ahorrado esfuerzos para que los marroquíes respondan al llamamiento real. Es el primer referéndum de la era de Mohamed VI, que llegó al trono en 1999. "¡Que el escrutinio no se convierta en plebiscito!", titula su editorial Ali Anouzla, director de Lakome, la segunda web informativa más consultada de Marruecos.

La principal novedad de la nueva Constitución, la anterior fue aprobada en 1996, consiste en transferir parte del poder cuasi absoluto del monarca al jefe del Gobierno, que el rey elegirá en el seno del partido más votado. "El rey da la impresión de haber dado las llaves de algunos de sus poderes al jefe del Gobierno, pero en realidad conserva una copia en el bolsillo", señala Ahmed Benchemsi, exdirector del semanario Tel Quel.

Nadie propugna el no a la nueva Ley Fundamental, sino el boicoteo a las urnas. Lo defienden los jóvenes del Movimiento 20 de Febrero, el día que empezaron las protestas, tres pequeños partidos de izquierdas, el sindicato CDT, varias asociaciones de la sociedad civil y la corriente islamista Justicia y Espiritualidad.

"Si hubiese una comisión independiente que velase por la transparencia del escrutinio del referéndum podríamos haber preconizado el no", explica Najib Chouki, uno de los jóvenes contestatarios. "Pero todo lo organiza el Ministerio del Interior, que tiene un negro historial de manipulaciones", concluye.

Los jóvenes del 20 de Febrero, que no son un movimiento legal, no aparecen en las televisiones públicas, pero sus compañeros de viaje izquierdistas y sindicalistas dispusieron, en función de su representatividad, de un 9% de los espacios previstos en los medios audiovisuales para la campaña. Se han hartado de animar al boicoteo de las urnas, contraviniendo de paso las leyes electorales, que lo prohíben expresamente.

Las autoridades han contrarrestado con creces esta campaña. Lo han hecho, primero, instando a la participación con anuncios en prensa y hasta, por primera vez en Marruecos, lanzando octavillas desde una avioneta en Tánger, la ciudad más rebelde. La prensa oficialista no se queda a la zaga. "Sí a la Constitución para consagrar la independencia del poder judicial", titulaba en portada L’Opinion, órgano del partido nacionalista Istiqlal.

Interior proporciona también todo tipo de facilidades para que los ciudadanos puedan depositar su papeleta. Los tres millones de emigrantes en Europa podrán votar en sus consulados y, allí donde no existen, en locales alquilados. El medio millón de adultos marroquíes residentes en España podrán hacerlo en medio centenar de ciudades. En las legislativas los emigrantes no tuvieron derecho al voto.

Las ansias por estimular la participación han llevado a Interior a instalar en los puertos de Algeciras, Ceuta y Sète (Francia) colegios electorales en los que no hay ningún votante censado, lo que constituye una anomalía electoral. Allí podrán votar los inmigrantes en tránsito antes de embarcar hacia Marruecos.

En la televisión se han celebrado numerosos debates y entrevistas con expertos que ensalzan las virtudes de la nueva Constitución y explican por qué hay que respaldarla. En las zonas rurales son grupos folclóricos los que piden el sí al son de la música. En las mezquitas, los imanes animan desde el viernes a votar a favor de la nueva Carta Magna.

Desde hace dos semanas el poder intenta, además, arrebatar la calle a los "boicoteadores" con los llamados baltajia, jóvenes agresivos que acuden allí donde hay manifestaciones para cortarles el camino y ahogar los eslóganes de protesta con gritos a favor del rey y de la Carta Magna. A la pregunta de por qué votarán sí, responden con argumentos sencillos: "Quiero a mi rey" o "quiero a mi patria".

En Takadoum, un barrio popular de Rabat, aparecieron incluso unos subsaharianos sin papeles, de los que se quedan atascados en Marruecos al no poder emigrar a España, dando gritos a favor de la Constitución. "Nuestro rey es un solo rey", coreaban agrupados detrás de una pancarta celebrando la amistad entre Congo y Marruecos. ¿Qué recibirán a cambio?

 

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