La ONU amplía la declaración de hambruna a otras tres regiones de Somalia

Más de 9.000 somalíes llegan cada semana al gigantesco campo de refugiados de Dadaab, en Kenia, construido hace 20 años para albergar a 90.000 personas pero que ya se acerca a las 400.000. Muchas de las familias que piden comida y cobijo en Dadaab y en los otros campamentos habilitados en Kenia y Etiopía proceden de zonas de Somalia donde la ayuda humanitaria está vetada por la guerrilla islamista Al Shabab. "Tenemos dificultades para movernos y hacer una evaluación sobre el terreno de la situación en algunas zonas de Somalia, pero sólo con ver el estado en que llegan los refugiados está claro que debemos acudir allí e intervenir", explicaba ayer desde Nairobi por teléfono Xisco Vilallonga, responsable de programas de Médicos sin Fronteras (MSF) en Kenia, Etiopía y Somalia.

Al mismo tiempo que el representante de MSF alertaba sobre las terribles condiciones de vida en Somalia, la ONU elevaba a cinco las regiones de este país del Cuerno de África que se encuentran en situación de hambruna: el corredor de Afgoye, a las afueras de Mogadiscio, la propia capital y Medio Shabelle se suman a las ya decretadas el pasado 20 de julio: Bajo Shabelle y Bakool. Las Naciones Unidas declaran la hambruna cuando más del 20% de los habitantes sufre graves carencias alimentarias; cuando la malnutrición aguda afecta a más del 30% de la población y cuando la tasa de mortalidad supera diariamente a dos personas por cada 10.000.

"Esta es la peor crisis alimentaria desde las hambrunas de Somalia de los años 1991 y 1992", subrayaron ayer las Naciones Unidas en un comunicado. Y temen que lo peor esté por llegar debido a los altísimos niveles de malnutrición infantil, la persistente sequía y el continuo incremento del precio de los cereales.

"El 17% de los niños menores de cinco años llega a Dadaab con malnutrición severa, y la malnutrición global, que es la suma de la severa y la moderada, alcanza al 37% de todos los refugiados", explica Vilallonga. A causa de la desnutrición muchos de estos pequeños sufren complicaciones médicas, "como infecciones respiratorias, diarreas o deshidratación, lo que requiere su hospitalización en nuestras unidades de cuidados intensivos nutricionales", añade.

MSF lleva 20 años trabajando en Somalia a pesar de que, según asegura Vilallonga, siempre se ha negado a pagar los impuestos que Al Shabab exige a las oenegés que quieren trabajar en el territorio que controla esta milicia. Lo que no puede asegurar MSF es que Al Shabab no haya extorsionado al personal de esta oenegé (1.400 somalíes) y también a sus pacientes.

Desde la provincia de Turkana, en Kenia, Irina Fuhrmann, de Intermón Oxfam, alerta de que allí la situación también es gravísima por la sequía: "La gente cuenta que desde hace cinco años no llueve; hoy un pastor me ha dicho que ha perdido al 40% de su ganado. Sorprende que incluso mueran camellos. Aquí la gente depende de la asistencia humanitaria: hace falta comida pero también ayuda a largo plazo".
 

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