La fiesta de África, el reto de Guinea

Guinea Ecuatorial es la tierra que vio nacer y crecer tanto a mi padre como a sus antepasados. Es una maravilla de la naturaleza y se ha preparado para, conjuntamente con Gabón, albergar la Copa de África, el mayor evento deportivo del continente africano, que, a la postre, es también el mayor acontecimiento deportivo de la historia de este país desde su independencia, hace 44 años.

 

Desligar política y deporte en Guinea Ecuatorial es prácticamente imposible. Sin embargo, los ecuatoguineanos quieren mostrar al mundo que, siendo un país pequeño en kilómetros cuadrados, tiene una afición y una ilusión inmensa por este deporte.

 

Detrás de la organización de esta Copa está el esfuerzo de todo un país, más acostumbrado a sufrir que a disfrutar cada vez que su selección pisa un terreno de juego. Aun así, ha demostrado gran capacidad para construir una infraestructura a la altura de cualquier país de los llamados poderosos deportivamente en Europa. Aunque quizás en el debe de Guinea Ecuatorial esté la falta de una mayor inversión en la construcción y dotación de instalaciones para el crecimiento y mejora futbolística de los niños, que hoy juegan, descalzos muchas veces, en parques, plazas y descampados de todo el país.

 

La primera situación que sorprende en esta edición de la Copa de África es la cantidad de grandes selecciones del continente que, aun destacando en los últimos años en el panorama futbolístico mundial, no han conseguido clasificarse: Camerún, Nigeria, Sudáfrica y la actual campeona, Egipto. No están jugadores de la talla de Eto’o, Adebayor, los hermanos Uche, Pienaar… Sin embargo, estas ausencias vuelven aún más interesante este torneo, ya que podremos ver, a través de selecciones como Sudán, Níger, Libia y Botsuana, a qué altura competitiva se encuentran en realidad las de menos renombre mundial y, a su vez, en qué nivel de calidad individual técnica y táctica se mueve el futbolista africano con aprendizajes y entrenamientos menos europeos desde edades tempranas.

 

El sorteo deparó grupos sin claros aspirantes. En el A, Senegal es, sin duda, el favorito por su gran variedad y calidad atacante. Guinea Ecuatorial tratará de beneficiarse de la ventaja de ser anfitrión, de tener a la afición a su lado y la influencia de los árbitros en este tipo de torneos (los arbitrajes en África suelen ser demasiadas veces decisivos), para superar a la difícil Zambia y a la poco conocida y cenicienta Libia.

 

El Grupo B tiene la incógnita de saber qué selección de Costa de Marfil va a aparecer en el torneo. Si Los Elefantes dejan los egos y celos personales que les llevaron a realizar un Mundial de Sudáfrica por debajo de sus posibilidades, serán favoritos a ganar el torneo. Si no, incluso sufrirán. Sudán ha sido una de las sorpresas de la fase clasificatoria por su trabajo defensivo y su efectivo fútbol de ataque. Angola y Burkina Faso también tendrán sus posibilidades, ya que, por su estilo, basado en el músculo, se han convertido en equipos difíciles de batir.

 

Sin un claro aspirante a la primera plaza se presenta el Grupo C, puesto que el nivel de Marruecos, Túnez y Gabón es muy similar, además de ser selecciones que siempre que tienen ocasión gustan del fútbol hilvanado desde posiciones defensivas. El cuarto equipo en discordia es Níger, con una tarjeta de presentación temible, ya que es la selección que ha dejado fuera de la fase final a Egipto y Sudáfrica, aunque lejos de su país bajan algo el nivel. Por último, Ghana, en el Grupo D, es, para mí, no solamente favorita para ser primera, sino también el rival a batir por el resto de equipos en esta Copa de África. Ante las ausencias de Boateng Prince y Essien, han apostado por el relevo generacional en el centro del campo con jugadores de muchísimo talento y calidad que fueron la base para ser campeones del mundo sub 19.

 

Mali está notando la falta de un buen relevo y este periodo de transición hace que no tengan regularidad, por lo que tendrá que jugar a su máximo nivel para pasar ronda ante la compacta Guinea y otra gran sorpresa de este torneo como es Botsuana, cuyo trabajo defensivo es muy bueno y en el ataque tiene dos nombres a seguir por los clubes europeos: Mogorosi, rápido y hábil en la banda, y el mediapunta Selolwang, estrella de esta selección.

 

La fiesta del fútbol del continente africano está servida y, cuando los focos se apaguen después del torneo, solo hay una pregunta que cruza mi mente: ¿cómo se mantendrán, aprovecharán y beneficiarán los futuros jugadores de Nzalang de las infraestructuras e instalaciones deportivas en un país en el que cuesta mucho algo tan simple como organizar una Liga clara, seria y competitiva? La federación ecuatoguineana tendrá la respuesta. Ojalá no se apaguen los focos.

 

Vía | El País

Dejar un comentario

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *